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La Energía ha sido necesaria desde los albores de la humanidad, cuando el prohombre descubrió las bondades del fuego, pero en la actualidad el papel de la Energía en la evolución humana es más que determinante. Ya que la sociedad que nos ha tocado vivir es una profusa devoradora de recursos, entre otros los energéticos y, además, la “gestión” de dichos recursos, es la que marca las diferencias entre los países que gobiernan y los gobernados.

Es esa materia, que, como dijo aquel, “ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, la que nos lleva a plantearnos cual será la manera más eficaz de generar y consumir un valor cuya ausencia marca, cada día más, una confrontación mas clara en las posibilidades de desarrollo de un territorio.

De la gestión de la energía surgen algunas preguntas clave que estamos obligados a plantearnos, pero quizás no capacitados a responder:

¿Cual será la clave para fomentar un crecimiento de la eficiencia energética en el Mundo?
¿Que técnica será la más indicada para aprovechar los recursos que la tierra en su infinita sabiduría pone a nuestro alcance?
¿Existe algún medio de redistribuir equitativamente el acceso a los recursos energéticos en el mundo?

Sin duda son cuestiones que no podemos responder, pero el ser humano, haciendo gala del instinto que lo define como tal, la curiosidad, seguramente será capaz (más le vale), de responder en un futuro cercano.

Actualmente, la tendencia es la de favorecer el crecimiento de las energías renovables, pero este “interés” por lo verde, quizás obedece en ocasiones a razones asociadas más a las reglas de mercado y a los lavados de cara, que al Desarrollo Sostenible.

Por supuesto, no trataré de menospreciar el papel definitorio de las energías renovables en el futuro, que por naturaleza debe ser crucial en los años venideros, sobre todo, porque se estima que, aproximadamente en medio siglo, se agoten los combustibles fósiles conocidos en la actualidad (y esperemos que la búsqueda no se extienda a regiones de una importancia capital, como los casquetes polares o las vastas regiones del Norte de Europa y América).

El caso Español

Según ADENA, la participación de las distintas formas de aprovechamiento energético en nuestro país se dividen de esta manera (para Diciembre de 2006):

Combustibles fósiles (Gas Natural 18%, Fuel-Gas 0,5% y Carbón 19%), han supuesto el 37,5% de la energía producida en España. La Energía Hidráulica el 20,1% y la energía nuclear, el 23,5%, la energía eólica el 8,6%, repartiéndose resto entre otras (10,3%).

En cuanto a los combustibles fósiles no queda nada que decir, casi el 40% de la aportación, y sabemos que es un recurso no renovable, finito por definición y que supone casi el 100% de, por ejemplo, las emisiones de gases invernadero a la atmósfera en el mundo.

La energía hidráulica, este país ha tenido una gran tradición, habiéndose creado una infraestructura que, como todo, tiene sus pros y sus contras. Y es que en un país con un régimen hídrico como el nuestro, donde en verano “sufrimos” un clima muy seco, incluso desértico, la red de pantanos ha garantizado el abastecimiento de agua, pero también asociado a procesos de erosión, se están produciendo fenómenos de colmatación de nuestros embalses, por lo tanto el futuro se presenta oscuro.

La energías mas “verdes”, solar y biomasa, la segunda de ellas puede ser una alternativa viable de futuro, sobre todo en el caso de los biocombustibles, procedente de los cultivos del girasol o la remolacha entre otros.

La energía solar, presenta un problema, dado que para fabricar las células de silicio se necesitan temperaturas de más de 2000º C, se estima que solo para igualar la energía consumida en su fabricación una placa debe estar funcionando dos años, y su vida útil es de 40 años. Evidentemente España, por su situación geográfica, tiene un potencial muy grande en cuestión de energía solar. Esta es una de las modalidades de aprovechamiento de la energía que más opciones puede tener en un futuro, pero depurando la tecnología de que disponemos ahora.

La energía eólica, España se perfila como la segunda productora mundial, detrás de Alemania, pero... ¿a qué precio?

El Valle del Ebro, sobre todo en la parte central, de Aragón, Navarra y La Rioja, (pero especialmente en Aragón), y motivado por la promesa de dinero fácil a los propietarios que instalen un molino en sus terrenos, ha facilitado el hiper-desarrollo e instalación de los molinos en nuestra comunidad, llegando hasta unos limites insospechados y excesivos, según mi parecer.

Debemos tener en cuenta, que el turismo en España supone en torno al 11% de la aportación al PIB, siendo el jardín de Europa, la zona turística por excelencia, y estamos alienando el paisaje, plantando molinos con los que seguro Don Quijote no se atrevería a lidiar.

La oveja negra de la energía, gracias a verdaderas catástrofes como la de Chernobil, pero quizás no sea tal, la energía nuclear, se puede considerar la más limpia de todas en lo que a factores asociados a su producción se refiere, pero también resulta innegable afirmar que los residuos producidos son los elementos mas tóxicos, nocivos y peligrosos que existen sobre la faz de la Tierra.

La gestión de los Residuos Radioactivos plantea un serio problema a los países del mundo, dado que se estima que el periodo de tiempo necesario para que este tipo de residuos se estabilice es de millones de años, y que los costes derivados de su gestión son extremadamente elevados.

Existen modos de gestionar estos residuos, como el almacenamiento geológico profundo en zonas geológicamente estables, para residuos de alta actividad, y vertido en fosas marinas o enterramiento en minas abandonadas para los de actividad baja y media.

Cual de todas será la adecuada, desde luego todavía no estamos capacitados para afirmarlo, pero lo que es innegable es que se hace necesaria una política de inversiones en materia de investigación de nuevos campos y desde luego debemos priorizar cuestiones de eficiencia energética, apostando por la EDUCACION como arma más poderosa contra el enorme despilfarro de los recursos de nuestro planeta del que estamos siendo testigos.